Un informe realizado por el Comité de Asuntos Exteriores en la Camara Baja británica repudia la decisión de Cameron para bombardear Libia en 2011. La guerra, en que Noruega jugó un papel activo, condujo como sabemos a que Libia fue destruida y el jefe de estado Muammar Gaddafi fue asesinado.
Los parlamentarios británicos dicen que la decisión del gobierno se basa en una inteligencia incorrecta y con grandes errores de cálculo. El informe dice:
«La estrategia del Reino Unido se basa en suposiciones erróneas y una comprensión incompleta de las pruebas».
El Comité de Asuntos Exteriores dice que el gobierno de Cameron no presentó ninguna prueba de que había una amenaza real para los civiles libios de parte de Gadafi. Y si hubo tal amenaza, se eliminó en un plazo de 24 horas.
Si el objeto principal de la intervención de la coalición fue la urgente necesidad de proteger a los civiles en Benghazi, este objetivo se logró en marzo de 2011 en menos de 24 horas.
Por lo tanto fue la guerra una campaña oportunista para derrocar al régimen de Libia.
Esto significa que una intervención limitada para proteger a los civiles derivó en una política oportunista para un cambio de régimen por medios militares.
El comité parlamentario británico considera que no hay señales de que el gobierno británico tuviera un análisis del levantamiento en Libia.
«No hemos visto ninguna evidencia de que el gobierno del Reino Unido llevó a cabo un análisis adecuado de la naturaleza de la rebelión en Libia. Puede ser que el gobierno del Reino Unido fue incapaz de analizar la naturaleza de la rebelión en Libia debido a una inteligencia incompleta y baja perspicacia institucional. Así fue gobernando rudamente los acontecimientos que se desarrollaron en Libia».
El periódico The Guardian escribe:
El informe señala que el resultado de la intervención francesa, británica y estadounidense «provocó un derrumbe político y económico libio, choques armados internos entre la milicia y guerra entre tribus. Además de crisis humanitarias y de migrantes, extensas violaciones de los derechos humanos, la proliferación de armas del régimen de Gaddafi en toda la región y el crecimiento de Isil [Estado islámico] en el norte de África».
Este informe es también es un reto igualmente devastador contra Noruega y su gobierno de coalición que consintió y envió aviones bombarderos F-16 sobre Libia. Si no hubo un análisis serio en Londres, ningún análisis se ha registrado en Oslo.
La declaración noruega de guerra contra Libia fue anunciada en 2011 por el ministro de estado noruego quien hoy es el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg.
Pål Steigan, conocido comentarista político noruego, ha exigido ver la base analítica de la decisión de atacar Libia, pero no hay ninguna pista de documentos oficiales que avalen esta decisión tan grave. Tampoco se ha presentado ninguna declaración del gabinete que dio mandato a Stoltenberg para iniciar esta guerra. Esto es, por supuesto, muy serio, tanto a nivel internacional y para Noruega como estado.
El informe británico hace absolutamente necesario que también se realice una aclaración del rol de Noruega, de lo contrario ni la ley o la política del país que otorga el Premio Nobel de la Paz tendrá sentido.
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