
El primer ministro de España, Mariano Rajoy, disolvió el parlamento en Cataluña y redactó nuevas elecciones con el objetivo de paralizar los partidos de la independencia. El resultado del 21 de diciembre de 2017 se vio al finalizar el conteo de los votos de esta elección. Su propio partido, el Partido Popular, fue azotado y pasó del 8.5% y 11 mandatos en 2015 al 4.2% y 4 mandatos.
Los partidos de la independencia obtuvieron una aplastante victoria, pero la mayor fue del partido Ciudadanos, que ingresa a 37 de los 135 mandatos. Las tres partes que apoyan claramente el plan para una Cataluña independiente obtuvieron 83 mandatos, y por lo tanto tienen una marcada ventaja.
Esto es lo que escribe El Païs.
El destituido presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, lideró la campaña electoral desde su exilio en Bruselas, por miedo a la orden de arresto que se cierne sobre él en España. Varios de sus colegas del gobierno están encarcelados con cargos que pueden dar sentencias de prisión bastante largas y pesadas.
La línea dura de Rajoy le rebotó a si mismo y a los que quieren una España unida. Hasta el verano de 2017, según las encuestas, había una escasa mayoría en Cataluña para continuar siendo parte de España. Pero el uso de violencia ordenada por Rajoy contra los locales electorales y el público durante los referendos y su total rechazo al diálogo ha llevado a mucha gente a las filas del movimiento independentista.
Los separatistas tienen un claro liderazgo burgués (de derecha), y esto explica por qué se hicieron tantas ilusiones de que la Union Europea los apoyaría. Lo que no sucedió. Alemania, Francia y la Comisión Europea les volvieron la espalda, y ni los Estados Unidos, que considera a España un vasallo estratégico de la OTAN en el flanco oeste de Europa, parecía interesado en una separación.
Incluso ahora que los partidos del movimiento independentista ganaron las elecciones no significa que obtengan una via fácil de independizar a Cataluña. Lo más probable es que se produzca más caos en la política española.